27 de enero de 2012

Actual Play: Pendragón: Año 485

El otro día comenzamos la partida alternativa a la Gran Campaña de Pendragón. Y digo alternativa porque, aunque tengo una avanzada, que va avanzando a trancas y barrancas de cada varios meses en varios meses, había algunos compañeros que querían comenzar a jugarla desde el principio, y probar el sistema original tal y como fue creado por el Maestro Stafford.

De modo que me dispongo a hacerles varias sesiones hasta que alcancen al otro grupo (creo recordar que van por el año 491 o 492) donde ya los juntaré a todos y veremos que tal nos va con una partida de 6 caballeros ¡¡Oh my god!!

La verdad es que no me defraudó tanto el sistema original, supongo que porque sabía lo que me iba a encontrar, y por una vez, no pensé tanto en reglas y sistemas, y me disfruté a dirigir y disfrutar. Me encontré mucho más cómodo de lo que pensaba…

Así que os dejo con el resumen de la partida.


LA BESTIA DE IMBER

En el año 484, una extraña bestia tenía aterrorizados a los campesinos de la cercana aldea de Imber. Varios hombres y mujeres habían desaparecido, y corría el rumor entre el populacho que era una bestia maligna, una maldición del averno enviada para castigar sus pecados, idea que el viejo y gordo sacerdote de la aldea, el Viejo Garr se encargaba de extender.

Ese año, dos prometedores caballeros fueron enviados a investigar, y acabaron con un enorme oso que pensaron que era el causante de los problemas. Ese fue el inicio de la leyenda de Sir Loic de la Lanza, Caballero Juramentado, y de Sir Gunner el Mataosos.

Durante un tiempo, todo volvió a la calma. Pero al año siguiente, más o menos por las mismas fechas, las desapariciones volvieron a repetirse. Y esta vez, Tom, el mejor cazador del poblado, encontró algunos cuerpos despedazados en el interior del bosque.

Ante el retorno de los rumores, el Conde Roderick decidió acabar de una vez por todas con el problema, y le encargó la misión a su Alguacil, el veterano Sir Elad.
El mensajero del Conde llegó a Tilshead por la mañana, mientras el castellano entrenaba a unos nuevos escuderos. Tras pensarlo unos minutos, decidió que le daría a estos jóvenes guerreros la misma oportunidad que le dio a sus camaradas en el pasado, de forma que les envió a Imber. De este modo, los valientes Elric, Lawrence y Callaham, se encontraron en el camino, cabalgando en pos de la aventura, seguido por sus inexpertos escuderos.

Al llegar a la aldea, situada en una pequeña depresión natural del terreno, se dirigieron hacia la pequeña ermita, donde el gordo Garr estaba arreglando las plantas de su pequeño huerto. Después de las presentaciones, el sacerdote les invitó a pasar al calor de su hogar, y allí les dio comida y alojamiento, explicándoles de paso lo ocurrido.

- ¡Es una bestia del averno! ¡ Ha venido del infierno! –
el sacerdote Garr, dando racionales explicaciones al grupo.

Los caballeros enviaron a su escudero a avisar a Tom, el Cazador para que los acompañara al día siguiente en sus pesquisas en el bosque.

Se levantaron al alba, y equipados con una armadura de cuero, se internaron en el espeso bosque de Imber. Tom los guiaba, y los escuderos utilizaban sus habilidades en el rastreo y orientación para tratar de encontrar algo fuera de lo normal.

Tras varias horas de búsqueda, alcanzaron las viejas ruinas de un túmulo muy antiguo, justo al lado de un pequeño desfiladero por el que discurría un arroyuelo de aguas claras. En el desfiladero, varias cuevas y huellas anunciaban la presencia de algún depredador. Bajaron al desfiladero, e investigaron las oquedades del terreno, hasta que Callaham escuchó un ruido extraño.

Arrojó una piedra en el interior de la cueva, y una enorme e imponente figura se recortó en el umbral de la caverna. Un descomunal oso de pelaje negro asomó sus fauces, y lanzó un desafiante rugido que resonó en la bóveda verde del bosque.
Elric atrajo la atención del oso, golpeando su escudo con su espada, mientras sus camaradas flanqueaban a la bestia, que aun así parecía reacio a atacar. Al menos hasta que Tom, nervioso, soltó la flecha que tenía preparada en su arco y que se hincó con fuerza en la carne del animal.

Sin dudarlo, el oso se abalanzó hacia el su víctima más cercana, en este caso, Elric. El escudero interpuso su escudo ante el primer zarpazo de la bestia, que a punto estuvo de arrojarlo al suelo de la potencia que tenía. Con el segundo no tuvo tanta suerte, y las garras del oso dejaron huella en el cuerpo del guerrero.
A los lados del animal, sus dos camaradas atacaban sin piedad, pero la resistencia del oso era notable, y aún le dio tiempo a atacar nuevamente. Con un golpe casi letal, impactó en el pecho de Elric, que se estampó contra las rocas del arroyo, sangrando profusamente, quedando inconsciente en el momento.

En ese mismo instante, Callaham hincó su espada en el cuello del oso, soltando un chorro de sangre negruzca, y Lawrence golpeó a su vez mientras desviaba los zarpazos de la bestia en sus estertores final.

El oso había sido derrotado, y pensaron que habían acabado con el problema. ¡Cuan equivocados estaban!

Callaham escuchó sonidos en el interior de la cueva, que identificó como oseznos, pero no había tiempo. Enviaron a Tom al pueblo en busca de ayuda, y entre los dos, cargaron con Elric, que apenas se mantenía en pie.

El problema fue que, sin la ayuda del cazador, se perdieron mientras volvían a la aldea. Vagaron penosamente por el bosque, y la oscura noche los sorprendió. Consiguieron encender unas antorchas, mientras seguían avanzando.

Pronto, se percataron de que algo los seguía. Una rama rota, el susurro de ramas al pasar un cuerpo entre ellas… comenzaron a ponerse nerviosos, y más al tener un camarada herido. Por fin, decidieron hacer frente a aquello que los acechaba. Apoyaron a Elric en un árbol, sujetando la antorcha de forma que iluminara el mayor espacio posible. Y juntos, hombro con hombro, Lawrence y Callaham se enfrentaron a su rival.

Una sombra moviéndose, unos ojos rojos en la oscuridad… su valentía se puso a prueba, y Callaham titubeo unos instantes, más su compañero no, y se arrojó contra la figura que lo esperaba en la oscuridad.

Lanzó un tajo, que la bestia esquivó, y sus afiladas zarpas alcanzaron su cuello, estampándolo contra la corteza de un árbol. Solo su escudo, interpuesto entre él y su enemigo, impedía que los afilados dientes de la bestia alcanzaran su garganta.
Callaham se acercó corriendo, con la espada en la diestra y una antorcha en la siniestra. Al final, con un certero tajo, cercenaron su bestial cabeza que cayo pesadamente al suelo.

Ahora que lo veían a la luz de las antorchas, lo que había parecido una bestia, tenía más pinta de un hombre, como si hubiera malvivido en el bosque durante mucho tiempo. Su piel estaba manchada y llena de arañazos, y sus dientes parecían más afilados de lo normal. De su cuello, había caído un extraño collar, con símbolos celtas.

Lawrence no pudo evitar una plegaria, sus creencias cristianas le hicieron pensar en demonios del abismo. En cambio, sus otros compañeros, versados en las supersticiones paganas, se acordaron de Cernunnos, el Dios Astado, antiguas y remotas maldiciones.

Decidieron que quemarían el cuerpo de la bestia, y que la versión oficial sería que el oso había causado las muertes. Callaham, cuidándose de no tocar el collar, lo guardó en la vaina de su espada.

Entre la oscuridad del bosque, se escuchaban sonidos y voces. Los campesinos los habían encontrado, y en el horizonte, el astro rey había comenzado a despuntar. Habían sobrevivido a su prueba de fuego…

2 comentarios:

  1. Buena crónica.

    Debo decirte que has errado los nombres. Los hechos narrados de Callaham pertenecen a Lawrence, y viceversa, fue Lawrence (un servidor) el que arrojo la piedra para llamar la atención del oso y el que titubeó ante la criatura que nos atacó, y Callaham el que se arrojó a la oscuridad del bosque y pensó en demonios del avismo.

    Como datos curiosos de la crónica añadiré que el flechazo de Tom fue aún más inoportuno, pues estabamos convencidos de que el oso, por su actitud protectora y amenazadora, sin llegar a atacar, no había sido el causante de las muertes, y cuando pensabamos en perdonar la vida a la criatura, la flecha hizo que se enfureciera.

    Añadir también que aunque ahora dudamos de si el hombre fue hombre durante el enfrentamiento, sus movimientos eran rápidos y su fuerza se alejaba de la de un campesino extraviado y delgado por la falta de alimento.

    Por último, opinando sobre el sistema, está claro que es bastante aleatorio, que hay atributos que no merecen la pena, como la destreza, dando demasiada importancia al tamaño y la fuerza, negando en parte la posibilidad de hacerse un personaje veloz y ágil. Sin embargo al final lo que importa es la campaña en si misma, y la primera aventura salió simplemente genial. Por mi parte estoy deseando continuarla.

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  2. Joer, mira que me pegué por lo menos cinco minutos con las fichas en la mano, tratando de descubrir quien era cada personaje!! Menos Yeray Trallor, que me había puesto su nombre en la hoja!

    Corro a editarlo, si me deja el ordenador de mi curro!! Lo del flechazo de Tom... fue inoportuno a mas no poder, pero claro, es un campesino, no un avezado escudero a punto de ser nombrado caballero. Se puso nervioso y soltó la flecha.

    Lo del sistema... pues sí, los atributos son para lo que son, pero estuve revisando el manual, y sirve para más cosas! Por ejemplo, las tiradas de sigilo, son con DES, no con Cazar! Y las tiradas para no caerte cuando te impactan son con DES, pero sin tener en cuenta el penalizador con armadura.

    Pero es cierto que los otros Atributos son más importante. Y lo de un personaje agil va a ser que no, todos mazacotes jaja. El caso es que tiene algo de lógica, porque las armaduras que visten los caballeros son pesadas, asi que por narices tienes que tener fuerza y musculatura. El caso es que si quisieras hacerte un tío agil, sería ir sin armadura, que te da un +5 a tu habilidad de espada, pero claro, como te den un toque, bye bye!!

    Y yo también tengo ganas de continuarla!

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